Érase una vez un
billete usado. Su papel estaba doblado y redoblado, y tenía algún borde roto,
pero en general no se conservaba mal. Había pasado por miles de carteras de
todas las formas imaginables. Una vez estuvo dentro de una con forma de
hamburguesa, eso le hizo reír un montón. Se imaginaba que era la lechuga que
acompaña a la carne. Pero su felicidad no duró mucho porque enseguida cambió de
dueño. No le molestó, ya estaba acostumbrado. “Ser moneda de cambio es lo que tiene”,
se decía. Y se consolaba pensando: “Por lo menos es mejor que estar encerrado
en una hucha, o debajo de un colchón. ¡Menudo agobio!”.
Todos los días le
cambiaban varias veces y le usaban para comprar muchas cosas, aunque le gustaban
unas más que otras. Por ejemplo, le encantaba cuando con él compraban pan
recién hecho, un sombrero bonito o algún souvenir, aunque fuese de los cutres.
Le hacía ilusión pensar que, gracias a él, alguien iba a tener un recuerdo de un lugar lejano. El caso es que siempre iba de mano en mano, y sentía que valía
tanto como la siguiente mercancía que adquiriese su dueño.
Hasta que un día
sucedió algo que nunca podía haberse imaginado. Alguien lo usó para algo
distinto, no para comprar nada, ni para ser ahorrado. Esa persona lo usó para
contar una historia. Agarró un rotulador y escribió sobre él un cuento, uno muy
corto. Después, simplemente, volvió a ponerlo en circulación, pero ya nada
volvió a ser igual. A partir de entonces la gente se sorprendía, le miraba
perpleja y sonreía. Seguían comprando cosas con él, seguía pasando de mano en
mano, pero ahora valía mucho más que antes porque portaba un cuento que causaba
alegría. Una alegría que no se compra con dinero.
Este cuento está
inspirado por los geniales Cuentos Re-Cortos de Federico Ignacio. Un creativo
argentino que harto de no tener dinero para publicar sus cuentos, publica sus
cuentos en el dinero. Si quieres uno, mándale un billete y él te lo devolverá
con un cuento. Solo con una condición: que lo inviertas en un fin social. Bien
puede ser una ONG o pagar a un músico callejero.
¡Qué gran proyecto!
¡Enhorabuena Federico!
Me
topé con él aquí.
No hay comentarios:
Publicar un comentario